El sonido del agua, tan presente y envolvente, acompaña cada momento, y cuando nos detenemos para observar una cascada o un río, algo dentro de nosotros se calma, como si el agua misma nos susurrara un mensaje de paz. Al capturar estos momentos, no solo estamos registrando la escena visual, sino también la esencia de la fluidez, la fuerza y la tranquilidad que ofrece el agua en su constante movimiento. Las cascadas, con su caída exuberante y su espuma que chisporrotea, tienen una presencia poderosa, pero al mismo tiempo transmiten una sensación de pureza y frescura que se siente a través de la cámara.